Recientemente hemos vivido el último episodio de ejercicio de poder de un lobby que bien se podría llamar power nursing, constituido por enfermeras y enfermeros que ocupando cargos políticos y de responsabilidad sanitaria defienden a ultranza sus intereses corporativos, pensando muy poco en el beneficio de los ciudadanos y de la propia organización sanitaria.
Me refiero a la auténtica sublevación que ha habido en algunos centros y, como caso más sangrante, en el Área de Avilés por parte de la dirección de enfermería y apoyados por la gerencia para incumplir una serie de normas que se habían enviado desde la Gerencia del SESPA. Dichas medidas, es de suponer, que eran de obligado cumplimiento para mejorar la organización en general y la accesibilidad al sistema sanitario, dadas las múltiples quejas que planteaban los ciudadanos a la hora de contactar con la Atención Primaria. En concreto me refiero a la agenda de enfermería no demorable.
Quiero aclarar que desde mi punto de vista, por suerte para todos, la inmensa mayoría de las enfermeras de Primaria hacen cada día su trabajo lo mejor que pueden, dentro de una organización muy mejorable, ignorando los trucos y las trampas del power nursing que nos está llevando hace años, entres otros muchos problemas, al deterioro y a lo peor, a la desaparición da la Atención Primar tal y como la entendemos ahora.
La agenda de enfermería no demorable parece una propuesta para mejorar la accesibilidad de los pacientes a sus centros de salud y una forma de intentar potenciar de alguna manera la capacidad de resolución de enfermería.
Porque además ¿puede una parte del sistema, renunciar a ser parte de la respuesta a la demanda requerida? El identificar los motivos de consulta y educar a la población en el uso de los recursos es una tarea en que la atención primaria y, especialmente, la enfermería deben asumir como propia, dentro de la educación para la salud que trasciende, la parte clínica.
Entendería esta negativa si existiera un plan alternativo por parte de la Dirección General de Cuidados, por ejemplo que estableciera un marco normativo con atribuciones y competencias propias de enfermería, con una adecuación del controvertido decreto de prescripción, con un plan formativo específico, con una bolsa de empleo específica para Atención Primaria, etc. Como por ejemplo han hecho en otras Comunidades, Castilla y León sin ir más lejos, o Cataluña.
Pero nada de eso, ha sido una negativa absoluta a trabajar mejor para defender sus objetivos corporativos sin plan alternativo para intentar mejorar la atención a los ciudadanos. El no por el no. Y mientras, la Consejería de Salud mirando para otro lado y no sólo no da pasos hacia ese desarrollo competencial sino que, además, permite renunciar a una correcta y ágil atención de la demanda de la población. ¡Increíble!
¿Para qué se ha creado entonces esta dirección General? ¿o tenemos una Consejera enfermera en la sombra? ¿o el Colegio de enfermeros no marca unas líneas concretas de potenciación con actividades?. Están consiguiendo anclar a la enfermería de Primaria en un trabajo con escaso crecimiento profesional, con muy poca autonomía y con muy poca capacidad resolutiva; yendo en contra de lo que nos pide la sociedad, los ciudadanos y muchos de los propios profesionales enfermeros.
En la Atención Primaria existe, desde siempre, una evidente desproporción en la distribución del número de pacientes vistos por médicos y enfermeras, pudiéndose objetivar en muchos centros de salud agendas de enfermería con la mitad o un cuarto de pacientes de las agendas médicas. Esta realidad, aunque conocida por la mayoría de las autoridades sanitarias, nunca se ha abordado seriamente, ha supuesto un lastre muy importante para el Servicio de Salud y para su organización en general. En algunos foros se ha llegado a plantear si no sería mejor un descenso drástico de la enfermería en Atención Primaria, dejando un tercio o menos de las actuales para realizar técnicas y avisos domiciliarios.
¿A dónde nos lleva este “incumplimiento” por llamarlo de alguna manera? Es fácil de deducir para muchos. Si quien se subleva y no cumple con las normas pautadas se sale con la suya, habrá profesionales que puedan pensar que esa es la forma conveniente de actuar.
Y por otra parte ¿cómo una Gerencia de Área puede desobedecer a la Gerencia del SESPA y conseguir sus objetivos, sin que se deriven consecuencias? ¿No es una falta de respeto hacia los profesionales que sí han cumplido y se han esforzado en mejorar los aspectos organizativos que se plantean?
Se podría haber creado una dirección general de TCAE´s, y otra de celadores, pero no, ha sido de enfermería, porque para el power nursing son los realmente discriminados. Se podría haber tomado ejemplo de los administrativos que desde el primer día del Callcenter, se pusieron manos a la obra y, en general, se ha mejorado bastante la organización, el sistema de recepción de llamadas y la distribución del trabajo; a pesar de las muchísimas pegas que en algunos casos les pusieron ciertas personas.
Cada palo que aguante su vela. La enfermería de a pie, la que da la cara cada día, la que intenta resolver problemas y antepone los intereses de los pacientes a los corporativos, son la mayoría y han sido protagonistas fundamentales antes, durante y después de la pandemia. Pero quien manda no son ellos, quien manda son los que se han opuesto frontalmente a un plan de trabajo que mejoraba la organización y la atención a los pacientes, nuestro objetivo fundamental. Tendrán que dar explicaciones y la Consejería de Salud tendría que exigir responsabilidades, porque lo que está en juego es la Atención Sanitaria que prestamos a los ciudadanos.