Guérir quelquefois, soulager souvent, consoler toujours. Es una famosa máxima que, según algunos historiadores, utilizaba con frecuencia el médico francés Adolphe Gubler, quien la había aprendido a su vez de Claude Bernard. Estos dos célebres clínicos del siglo XIX describían con ella el papel que debe ejercer el médico con sus pacientes, una forma de asumir que la medicina no es una ciencia exacta y que no tiene soluciones para todos, si bien el facultativo siempre puede ayudar, aunque sea a través del consuelo.
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