En un diario de tirada nacional se publica estos días un artículo sobre el estado de la sanidad en España, con el siguiente titular: “La falta de profesionales y de inversiones hunde la Sanidad Pública”.
En dicho artículo nos hablan del informe State of Health in the EU, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el European Observatory on Health Systems and Policies, en cooperación con la Comisión Europea, y aporta datos sobre la situación actual de la sanidad española que no son nada alentadores.
En primer lugar, en 2021, el número de graduados en medicina (14,2 por cada 100.000 habitantes) se encontraba por debajo de la media de la UE (de 17,5 por cada 100.000 habitantes). Conforme la población envejece y la carga de las enfermedades crónicas sigue aumentando, «la escasez de personal supone una amenaza, especialmente de enfermeros y médicos especialistas a escala nacional y de médicos de familia y pediatras en las zonas remotas del país», señala textualmente el informe.
La proporción de contratos temporales no ha contribuido a las dificultades para cubrir los puestos de trabajo en el sistema sanitario. En el SNS, el uso de contratos temporales aumentó del 28,5 % en 2012 al 41,9 % en 2020. En un intento por revertir esta tendencia, en julio de 2022 el Gobierno tomó medidas para reducir el empleo temporal en el SNS mediante un proceso que se tradujo en la contratación de 80.000 profesionales sanitarios. Este proceso también aporta un nuevo marco legal que establece límites para el trabajo temporal mediante la modificación del Estatuto Marco del personal estatutario de los servicios de salud.
El gasto de España en sanidad en 2021 alcanzó los 2.771 euros per cápita, cerca de un tercio por debajo de la media de la UE, de 4.028 euros. El porcentaje de financiación pública destinado a sanidad asciende al 71,6 %, muy inferior a la media de la UE del 81,1 %.
El número de camas hospitalarias en España era relativamente bajo (3,0 por cada 1.000 habitantes en hospitales del Sistema Nacional de Salud) en comparación con la media de la UE (4,9 por cada 1.000 habitantes), y se ha mantenido sin cambios desde 2012.
Y, por último, aumento de las listas de espera tras la pandemia que todavía no se ha conseguido revertir.
En resumen, pocos médicos y mal pagados (con respecto a la UE por supuesto, ¿con quién nos íbamos a comparar si no?), menor gasto en sanidad pública que los países de nuestro entorno y aumento en las listas de espera. Y además, se avecina la competencia feroz por los médicos con la inminente llegada de una privada potente en nuestra comunidad. Por tanto, las reivindicaciones que ha hecho el SIMPA en cuanto a mejoras laborales y retributivas de los médicos (carrera, exclusividad, puestos de difícil cobertura, aumento de productividades fijas, ampliación del catálogo de programas especiales, etc., que son desde todo punto de vista muy razonables), serán un pequeño parche para tapar una gran herida, pero si ni siquiera se pone este parche ,el paciente se va a desangrar y nosotros ya lo habremos advertido. Que conste en acta: no hay médicos y hay que tratarlos mejor laboralmente.