El catedrático de Filosofía de Derecho de la Universidad de León, Juan Antonio García Amado, publicaba el pasado 3 de octubre una columna en el diario La Nueva España de Oviedo en la que decía : ”Un golpe de Estado es una rebelión contra el orden constitucional organizada por los líderes de tal alzamiento, puesta en marcha por los secuaces más obedientes y seguida por una parte de la sociedad que es ideológicamente enemiga del sistema político vigente o que ha sido aleccionada y fanatizada para que sirva de carne de cañón o peón de brega. Cuando el golpe de Estado se lleva a cabo contra un orden constitucional legítimo, legítimo por democrático, se trata de un golpe de Estado fascista, ya lo dé Agamenón o su porquero”. A su vez Francisco Frutos, exsecretario general del PCE, manifestó ayer en la gran manifestación antisecesionista de Barcelona, que los nacionalismos “destrozan el mundo” y que hablaba en nombre de la izquierda no nacionalista y añadía “suponiendo, permitidme la ironía, que haya una izquierda nacionalista”.
Es pertinente dar la bienvenida a estas declaraciones pues va siendo hora ya de llamar a las cosas por su nombre sin complejos derivados de lo “políticamente correcto”. Lo que ha ocurrido en Cataluña está directamente emparentado con el romanticismo reaccionario del “Volksgeist” o espíritu del pueblo, originariamente alemán, cuyo mayor representante teórico fue Herder, defensor de la existencia de naciones ahistóricas y que tuvo expresiones políticas tan deleznables, como las protagonizadas en el pasado siglo por Benito Mussolini y Adolf Hitler.
El sindicato Metges de Catalunya, dirigido por una banda de analfabetos funcionales, se ha posicionado reiteradamente en favor del fascismo y del golpismo. La última el 25 de octubre, junto con el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña (¡Qué vergüenza el silencio de la Organización Médica Colegial!), mostrando su “firme y decidido apoyo al Gobierno de la Generalitat, al Parlament y a los representantes elegidos de manera democrática y libre por los ciudadanos de Cataluña”. Así, con dos…
Era difícil imaginar que dos organizaciones presuntamente democráticas, cultas, tolerantes y honorables pudieran caer tan bajo. Se adhieren al fascismo y al golpismo despreciando a la masa social que dicen representar. Sin quitar ni un ápice de gravedad a la zafia y repugnante posición de Metges de Catalunya, el caso del Consejo de Médicos tiene un plus añadido, pues es una Corporación de derecho público de colegiación obligatoria. No sabemos a qué se espera para expulsar de su seno a quienes han propiciado tal indignidad.
Nosotros sabemos muy bien que ambas organizaciones ni de lejos representan a nuestros colegas catalanes. A día de hoy más de mil médicos en Cataluña, en sólo cuatro días, han mostrado su rechazo a tales comunicados progolpistas. Nuestra solidaridad y apoyo total para ellos. CESM debe propiciar la existencia de un sindicato médico en Cataluña libre del cáncer fascista. Sabemos que pese a la mácula que ha caído sobre ambas entidades, lo superarán y pondrán en su sitio a quienes han traicionado los más elementales valores democráticos. Mientras tanto, adeu Metges, adeu.