Al otro lado del muro…

Esta semana nuestros compañeros del Sindicato Médico de Córdoba han escenificado los efectos del burnout, el azote de nuestra profesión que, según los últimos estudios, se ceba especialmente con los médicos de Atención Primaria.

Muy centrados en la prevención de riesgos laborales, reclaman al Ministerio de Sanidad un estatuto propio para los facultativos donde el ejercicio de la medicina sea reconocido como “profesión de riesgo” (podéis seguir este hilo en X con los hashtags #MédicoDeRiesgoYA #EstatutoPropioYa).

El burnout se define como un trastorno adaptativo por desgaste que agota los recursos psicológicos del profesional para confrontar las demandas de los pacientes, en nuestro caso, y que se intensifica especialmente en las profesiones con mayor responsabilidad. Es consecuencia del desequilibrio prolongado entre las exigencias laborales y la falta de recursos.

En los últimos años, al déficit de profesionales se une la excesiva carga de trabajo, con una presión asistencial sin precedentes. Los primeros síntomas de este trastorno se empezaron a disparar en la pandemia, pero lo que pensábamos era una situación insólita y limitada en el tiempo, ha terminado por cronificarse. Muchos se pusieron la armadura bajo la bata para salir a defender los 18 reinos cuando la población se resguardaba en sus casas presa del pánico, pero solo los más asertivos lograron confrontar este periodo manteniendo una salud mental óptima. Poco a poco, hasta los mas valientes norteños han caído presa del hielo, sus ojos se han tornado azules, y ya solo ven a los pacientes desde el otro lado del muro que ha congelado sus corazones. No podemos culparles, se avecina el invierno de nuestra profesión, tal y como la conocemos; y como una canción de hielo y fuego, hay quien desea congelar las cosas para preservar cualquier reminiscencia del pasado, y quien desea dar luz al futuro.

Desde el otro lado del mar angosto, los profesionales de Ceuta y Melilla, también llevan mas de un año pidiendo soluciones que nunca llegan. Y qué decir de los que sufren la avalancha de turistas en los peldaños de piedra, perdón, las Islas Baleares; porque las Islas del Hierro ya hace años que fueron devastadas. Si la nueva reina, primera de su partido político, señora del Sistema Público de Salud, no es capaz de erigirse protectora de los 18 reinos, alguien tendrá que hacerlo.

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