Lejanos son los tiempos en la que los médicos llenaban las bolsas de demandantes de empleo y no tenían cabida en la sanidad pública, y cuando conseguían un contrato muchas veces era de una precariedad extrema. La Atención Primaria siempre fue, además de primera línea asistencial, frente de batalla en que el médico era la carne de cañón. ¿Os acordáis cuando os llamaban para cubrir las vacaciones de un compañero y sólo os contrataban de lunes a viernes para mandaros el fin de semana al paro y no cotizar por vosotros? Afortunadamente a los compañeros más jóvenes les suena todo ésto a ciencia ficción, pero muchos compañeros más veteranos lo han vivido en sus propias carnes y han tenido que prolongar de forma obligatoria su vida laboral porque les faltaba tiempo cotizado.
En aquella época la voluntariedad era obligatoriedad cuando no amenaza. La precariedad laboral conlleva sumisión en todas las profesiones (esto no lo digo yo, lo ha dicho recientemente un periodista veterano acerca de su profesión en el momento actual).
Pero de repente sucedió lo que ningún gestor sanitario quiso ver a pesar del “aviso a navegantes” que les habíamos hecho durante años: no había mano de obra de la que tirar. Y entonces se les ocurrió que en vez de convocar opes o crear interinidades para fidelizar médicos, iban a crear los contratos de médico eventual y con unos pocos cubrir muchos huecos. Y además hubo que pelear muy duro que les pagaran sus excesos de jornada porque la administración interpretó que sus horas laborales eran una especie de “tarifa plana” (así lo definió un residente recién acabado cuando le ofrecieron este contrato. No lo aceptó y ahora trabaja en urgencias hospitalarias de otra comunidad autónoma) y se pagaban todas al mismo precio.
Y de pronto ocurrió la hecatombe o el milagro (según el punto de vista desde el que se mire), la Unión Europea dice que no hay médicos de 2º ni de 3º y que todos son médicos de 1º (con plaza o sin plaza fija), que todos tienen que hacer la misma jornada y tienen los mismos derechos laborales (¿revolucionario?). Entonces el sistema se dio cuenta, después de muchos avisos por nuestra parte, que con lo que tenía no cubría. Y como se mueve igual que un elefante con artrosis pensó que como había cambiado todo, como podía hacer para que nada cambiara. Y este año se batió el récord de movilidades forzosas en atención primaria (y hospitalaria), así como el número de horas de guardias que hacen los médicos en atención primaria.
Por nuestra parte, como siempre estaremos empujando el carro de la sanidad pública por el bien de todos, no poniendo piedras en el camino. Por lo que recomendamos:
- Definir los puestos de difícil cobertura
- Agilizar las opes y valorar cambios en los procesos selectivos
- Suprimir el año obligatorio en los traslados
- Reorganizar las urgencias de atención primaria
- Eliminar la brecha salarial de la exclusividad
- Que no primen las decisiones políticas sobre el interés sanitario general.
¿Con qué objeto? Con el de ser más eficientes y atraer profesionales. De ese lado del carro nos va a tener la administración siempre y además el tiempo para realizar cambios corre en nuestra contra.
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