La situación de colapso sanitario en épocas epidémicas no es nueva, ni imprevisible, ni imprevista. El SIMPA alertó de la situación de crisis de profesionales allá por el 2008 (ya va para 10 años), en la que en torno al 2020 se produciría una salida masiva y progresiva de profesionales por el hecho de cumplir los 70 años. La respuesta fue el Plan de Recursos Humanos en el 2009, en la que de un plumazo, al forzar la jubilación a los 65 (menos a algunos enchufados), se adelantó la crisis prevista para el 2020 al 2015.
Durante estos últimos años, el SIMPA ha venido pidiendo a las “autoridades sanitarias” un cambio en las políticas de RRHH, para hacer de Asturias un destino atractivo para los profesionales, y no la región despótica que nos ha conducido hasta la carencia de médicos que actualmente tenemos. Este cambio no se ha producido hasta esta última legislatura (demasiado tarde), pero al menos ha servido para promover un concurso de traslados y una OPE que vienen a paliar en parte el trance de la escasez de profesionales. La descapitalización de las bolsas de demandantes de empleo en Atención Primaria, debido al maltrato al que ha sido sometido de manera crónica este colectivo, compromete de manera muy sensible la capacidad de absorción y respuesta del aumento de la demanda de la población por parte del primer nivel asistencial.
La mejora en las condiciones laborales, la capacidad de dar estabilidad en el empleo, y políticas incentivadoras para los médicos y facultativos son las únicas que pueden conseguir revertir la sangría que nos ha esquilmado en los últimos años. El SIMPA sigue trabajando en ello, y el cambio en la orientación de políticas que se ha venido observando en esta última legislatura, hace que la posibilidad de recuperar la capacidad de la sanidad asturiana de dar respuesta a las necesidades asistenciales de la población que atiende, sea factible a corto y medio plazo.