Esta es la frase resumen que mandos intermedios, no apesebrados, nos comentan cuando les hablamos de lo que supone la concentración del jueves día 20 de mayo y la ineludible cita posterior con el Consejero.
Lo más curioso de todo, es que la gran mayoría del propio entorno del titular de la Consejería llevan meses diciéndonos que es evidente que la razón está con nuestros postulados que los avalan el ICOMAST, SAMFyC, SEMERGEN, SEMG, AAPAP, SIMPA y, los más importantes, los médicos de primaria que son los que toman el pulso todos los días a la salud y la enfermedad de nuestros pacientes, sí, nuestros; que se ven coartados por excesiva presión asistencial y falta de organización. Son los verdaderos expertos en lo que los ciudadanos necesitan de verdad, no en apariencia. Pero que las presiones de lobbys, luchas políticas y otras “nuevas normalidades” han inducido a los mandos intermedios a retractarse, incluso, de sus propias instrucciones y recular por órdenes superiores. Posiblemente hasta al propio Consejero le haya ocurrido -que también es médico-.
La atención sanitaria no ha funcionado ni funcionará por movimientos asamblearios más allá de la apariencia y con una perdurabilidad muy breve que en el mejor de los casos como, por ejemplo, las abultadas e ilógicas listas de espera de atención hospitalaria, puede hacer que la población se acostumbre al déficit. Pero eso no es una solución adecuada a la demanda de salud, evidentemente.
Es ineludible que la política sanitaria se centre en el bien de la ciudadanía, no en los caprichos de algunos pequeños grupos, en demasiadas ocasiones manejados entre bambalinas, con otros intereses y con otros fines que no van encaminados a mejorar el servicio, sino a hacer daño a la Administración del momento, cuando no a solicitar emplazamientos ilógicos o infraestructuras sanitariamente poco acertadas.
Pero esos movimientos, tampoco han de ser óbice para que quien gobierna se defienda haciendo lo que sabe que no es adecuado, pero si conveniente, para preservar ya sabemos qué: no precisamente el sistema de salud, su calidad y calidez. Y no olvidemos que una espera más allá de lo lógico, una falta de presencialidad normalizada y no caprichosa, etc. ya es una pésima atención, aunque los administrados no protesten o sí.
La tan manida educación sanitaria empieza por instruir al usuario, desde la clase política, en la correcta utilización de servicios, no en su demanda de servicios a la carta. No se puede hacer un llamamiento a los pacientes diciéndoles que acudan al médico cuando quieran y que, después, nosotros les “eduquemos” en la correcta utilización.
Sr. Consejero, perdemos una oportunidad más de que la sanidad del primer nivel esté por encima de los avatares y luchas políticas con expresión en el sistema. Usted es médico y sabe que por las venas de los médicos de atención primaria corre lo social como la pólvora.
No nos defraude, nosotros nunca lo haremos salvo que nos impongan un sistema encaminado al fracaso de antemano del cuál no somos responsables , pero que nos culpan como si nosotros lo hubiéramos diseñado. Somos los expertos, confíe en nosotros: LOS MÉDICOS DE ATENCIÓN PRIMARIA