Los especialistas de la sanidad pública asturiana han pasado de atender 39,7 casos de niños y jóvenes por cada 1.000 habitantes a 60,7
Los problemas de salud mental en niños y adolescentes han dejado de ser algo extraordinario para convertirse en una cuestión nuclear de la agenda política. Sucesos como el ocurrido este viernes en Oviedo, donde dos hermanas mellizas, con 12 años recién cumplidos, murieron al precipitarse al patio de luces del edificio donde vivían con su familia, son la constatación real de unas estadísticas que empiezan a ser «muy preocupantes», según los especialistas. Un dato: la red de salud mental de Asturias ha incrementado su actividad asistencial infanto-juvenil un 38% en seis años.
Así se recoge en el Plan de Salud Mental 2023-2030, que el Gobierno del Principado aprobó el pasado mes de marzo. El documento aporta cifras que dan una idea de la situación. Como las casi 30.000 consultas de menores que los psiquiatras y psicólogos de la sanidad pública atienden anualmente desde 2021. La tasa de prevalencia de los problemas de salud mental en menores de 18 años es de 60,7 casos por 1.000 habitantes, cuando en 2016 era de 39,2.
En cuanto a la población adulta, la demanda asistencial no ha experimentado una variación tan alarmante, aun cuando el sistema sanitario asturiano recibe en torno a 230.000 consultas anuales relacionadas con problemas de salud mental, depresión o cuadros de ansiedad. Trastornos psiquiátricos y emocionales que aumentaron con la pandemia del coronavirus y que sitúan a Asturias a la cabeza del ránking nacional.
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