El calendario laboral marcaba este año una fecha, sin duda, para recordar. El fin, siendo muy optimista, o al menos, la reducción de la precariedad laboral en el Sistema Nacional de Salud (SNS).
Los plazos parecían claros: a final de año estaría trazado el mapa de la temporalidad en las plantillas, y también agendada la convocatoria para empezar a revertir una situación que a principios de años alarmaba a un sector preavisado.