Noemí Álvarez afirma que en los tres meses desde el diagnóstico hasta su muerte «nos sentimos totalmente abandonados»
En abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, Fermín Álvarez recibió la peor de las noticias. Tenía un cáncer en fase terminal. Acabaría falleciendo apenas tres meses después, recién cumplidos los 80. «Él lo único que pedía era no tener dolores», recuerda su hija, Noemí Álvarez Noval. Del Hospital de Cabueñes salieron con la esperanza de que así sería. «La oncóloga nos dijo que había solicitado los servicios de paliativos para él». Pero pasó una primera semana «y no supimos nada». Entonces, la familia se puso en contacto con el centro de salud Severo Ochoa, del que dependía, donde les aseguraron que también ellos lo gestionarían. Pasó otra semana «y nada».
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