Dentro de las diferentes discusiones que se escucharon durante la comparecencia de la Consejera en la Junta General el pasado lunes, una de las más interesantes fue la argumentación que dio sobre la EXCLUSIVIDAD. Por una parte, aplaudimos el valor político que se requiere para, por primera vez en treinta años, reconocer en sede parlamentaria que es una merma abusiva, pero por otra parte se defendió el “concepto”. Y es en esta defensa, donde nos chirrían las explicaciones. Vamos a ver si aclaramos “el concepto”.
LA CUESTIÓN
En términos simples, a los facultativos que compatibilizan su actividad pública con la privada en su tiempo libre se les descuentan 976 euros al mes, y cada año esta cantidad se incrementa. El concepto se originó en su momento, como una medida en que se pagaba “algo más” a los que trabajaban en la sanidad pública, para fidelizarlos frente a la tentación de irse a trabajar a la sanidad privada por la tarde. Con el tiempo, esa brecha fue aumentado y, sin embargo, las funciones de unos y otros siempre han sido las mismas en la Sanidad Pública. Es decir, ahora no “premia” a los que trabajan solo en la pública, sino que discrimina y penaliza gravemente a los que compatibilizan. Absolutamente injusto laboralmente. El principio de “Igual trabajo, igual salario” fue establecido en la primera Constitución de la Organización Internacional del Trabajo en 1919. Y que lo recuerde un partido de derechas no sé cómo no le hace sonrojarse un poco a la izquierda gobernante.
Y lo que es peor: el contraargumento de la Consejera: “en las grandes empresas a los profesionales de mayor cualificación se les exige exclusividad”.
LA RESPUESTA
¡A ver ho!, centremos:
1.- NO SOMOS UNA “EMPRESA PRIVADA” ¿No quedamos en que se trata de defender la Sanidad Pública? Las normas de las “grandes empresas” son las del mercado: si quieres un profesional en exclusiva para ti, LE PAGAS MÁS DE LO QUE OFRECE LA OTRA EMPRESA. Aquí la “otra” es la Sanidad Privada, y se rige por estándares de beneficio. Si necesita un profesional, se lo lleva a golpe de chequera. No nos engañemos: hasta ahora vivimos en una cierta tranquilidad porque los profesionales siempre han tenido un compromiso altísimo con la sanidad pública y la privada ha sido “amable y colaboradora”, además de que el mercado laboral podía permitir precios más bajos por la abundancia de médicos. Pero desde hace unos años los grandes empresarios privados sanitarios empiezan a tener los mismos problemas que la sanidad pública: la carencia de facultativos. ¿Y cómo los obtienen? Pues subiendo los precios. ¿Es una buena forma de competir mantener casi 14.000 euros menos anuales en nómina? Esto no es competir, es suicidarse. Resulta que la Sanidad Privada es el coco, pero no hacemos ascos a fórmulas empresariales privadas, y entramos en guerra diciendo que utilizamos… ¿las mismas armas? No lo entiendo. ¿Competencia económica directa con la privada? ¿Se nos ha ido la olla? Lo que hace falta es que cada uno que trabaja en igualdad de condiciones cobre lo mismo por su trabajo independientemente de lo que haga fuera, y veríamos como el espíritu solidario que siempre ayudó a mantener los mejores en la sanidad pública sigue fuerte. No todo es dinero, pero la igualdad de salario ayuda a no lastrar las decisiones.
2.- NO FABRICAMOS TORNILLOS. La Sanidad Pública tienen un valor añadido innegable. es una empresa de conocimiento, y pone ese conocimiento superior al servicio de todos. La inmensa mayoría de las empresas privadas son empresas de productividad, destinadas a desarrollar y comercializar un producto, y sus métodos comerciales deben protegerse, y así LA EXCLUSIVIDAD VA DIRIGIDA A EVITAR EL ESPIONAJE INDUSTRIAL. Pero en cualquier empresa sanitaria pública (y bastantes en la privada), los facultativos están muy acostumbrados a que el intercambio de conocimiento es beneficioso y obligatorio, lo que mejora o no el resultado es la aplicación de ese conocimiento. Y por ello, el trabajo representa también un factor de doble dirección: quién más trabaja más sabe, y por tanto, trabajar en diferentes centros aumenta la experiencia técnico-científica del profesional y también repercute positivamente en los pacientes tratados en la pública. Hay que aprovechar este hecho diferencial en nuestro favor. NO COMPETIMOS, NO VENDEMOS TORNILLOS MÁS BARATOS, SINO QUE INTENTAMOS QUE LO MEJOR LLEGUE A TODOS. Sigue chirriándome que comparen el SESPA con la Toyota o la Ford, o peor aún, con Vespa. Nunca compramos motos.
3.- LOS CENTENNIALS YA NO TRAGAN. Una de las tres cuestiones que más preguntan los residentes al finalizar para escoger la CCAA de destino es la exclusividad. Es más, LAS COMUNIDADES VECINAS SE ESTÁN FROTANDO LAS MANOS porque muchos, y más en ciertas especialidades (Dermatología, Psiquiatría, Ginecología …) desean compatibilizar ya desde el inicio… hasta el punto de que algún profesional ejerce en el SACyL o el SERGAS y compatibiliza… ¡¡¡en centros privados de Asturias!!!. ¡¡Ole, Ole Y ole!! ¡¡Eso si es defender la Sanidad Pública, si señor!! (vale, la de otras CCAA…pero pública, al fin y al cabo. Pa solidarios con España, los asturianos. Disculpen el sarcasmo, no lo puedo evitar.)
3.- QUIEN PAGA EL PATO ES SIEMPRE EL MISMO. LA ATENCIÓN A LOS PACIENTES SERÁ MEJOR SOLO SI LOGRAMOS FIDELIZAR A LOS FACULTATIVOS. En breve empezarán a volver sus ojos hacia aquí las grandes empresas de la sanidad privada, y ellas sí que entienden la exclusividad: yo me quedo contigo porque envido todo y te pago tu sueldo, la exclusividad y dos huevos duros más. Y encima cuando te vaya a entrevistar, resulta que ya partimos de que si compatibilizas te van a quitar mil euros al mes. Y así de paso descapitalizo la pública de sus mejores recursos, y que luego me concierten a precio de oro si quieren. Y si los pacientes de aquí son probetayos, ¡qué más da!, me traigo yo millonetis de otros lados y resuelvo el que allí ya no tengo suficientes médicos. Algún empresario del sector estará babeando a estas alturas. Y con razón.
Dra. Saavedra, va por buen camino, pero se debería espabilar porque la discriminación es sangrante y en el fango mercantil no hay fair play. Para escépticos que duden de con quién jugamos, que le pregunten a Fresenius.