Por todo ello, aunque el Ministerio de Sanidad esté regalando plazas de Medicina Familiar y Comunitaria en la Formación Sanitaria Especializada, y aunque tengamos que exigir todos los cambios comentados, está en manos de todos poner en valor la figura del médico de familia, el médico de siempre, el médico de confianza.
Si existía una jornada emblemática en la vida de un médico, al menos hasta hace apenas dos años, era aquel en el que iba a escoger su plaza MIR, es decir, aquella especialidad y centro en el que iba a formarse como especialista. Ese día significaba la culminación de años de esfuerzos y sin sabores, en el que pasabas a ser parte activa del Sistema Nacional de Salud para iniciar un periodo formativo que te permitía añadir el título de especialista a tus méritos, requisito indispensable para trabajar en la Sanidad pública española. Aquel día era una verdadera fiesta que celebraban familias al completo, las mismas que ya contaban con un médico entre sus miembros.