Sobrecarga, caos, iatrogenia y daño. La sanidad asturiana está a punto de hacer crack. No puede más. No podemos más.
Nadie ve ni dice, que la atención primaria no puede dar un servicio mínimamente de calidad con el 50% de su plantilla funcional y resolviendo más de 50 consultas al día.
Nadie ve ni dice, que en muchos equipos de atención primaria hay una médica de familia pasando la consulta de tres.
Nuestra atención primaria lleva años de desgaste y sobrecarga. Lo alarmante no es el sufrimiento de los profesionales, que también; sino la pérdida de capacidades de un sistema que se ha vuelto ineficiente y vulgar; donde la prisa, los procesos banales , la hiperfrecuentación, el papelito más inútil y absurdo, ocupan el mismo espacio que un enfermo grave.
Nadie ve ni dice, que los equipos de cuidados paliativos no pueden prestar una atención de calidad a sus pacientes asignados.
Nadie ve ni dice que los servicios de urgencia hospitalarios, hipertrofiados cuando se decidió apostar por la inmediatezfrente a la longitudinalidad, no pueden más y baten récords de pacientes atendidos día tras día ¡en julio!
Nadie ve ni dice, que nuestras camas hospitalarias están ocupadas por pacientes frágiles con COVID, no por COVID; demorando y posponiendo el resto de procesos.
Nadie ve ni dice, que a nuestros hospitales geriátricos y de estancias medias no les cabe una cama más
Puedo entender, no aceptar, que intentar mantener la economía a flote se lleve por delante el sistema sanitario, los profesionales, y especialmente a los enfermos. Pero ¿estamos dispuestos a asumir este sacrificio de vidas para mantener el resto del sistema?.
La pasividad y el individualismo, alienta la idea de que el modelo consumista y privatizador de la salud es el único, el mejor, el “justo”, que cada uno se pague lo suyo, un sálvese quien pueda. Pero este modelo deja en el arcén a muchos. ¿Es lo que deseamos?
Por tanto, aquellos que queremos defender un sistema público de salud de todas y para todos debemos abandonar la melancolía, la queja sistemática, y defender unidos nuestro modelo. Llevarlo y explicarlo al interior de cada consulta, en los domicilios donde viven y mueren nuestros pacientes. El reto es ahora, quizás ya sea tarde, pero necesitamos resistir. Porque tenemos razón, lo sabemos, nuestro modelo es el más universal y equitativo.
Abramos foros y ventanas, hablemos del elefante en la habitación, dejemos fuera las palabras huecas y los discursos de argumentario. Hablemos, y por favor, que la orquesta del Titanic deje de tocar.
Rubén Villa Estébanez
Presidente Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria