Tras la reunión del viernes, nada nuevo. Las viejas promesas del 2.002 donde se prometieron y firmaron consultas de 10 minutos y que ahora, además de no haberlas instaurado nunca (no tan tenido tiempo para desarrollar el proyecto en 19 años) se pretende recortar un 20% …. 8 minutos. Y domicilios, los que caigan, a lo Fernando Alonso: 45 minutos a lo Fórmula 1, pero en tu vehículo.
Lo demás, pues la canción triste de A.P. o Hill Street. Tiempo suficiente para que los ánimos se calmen que al fin y al cabo es lo que pretenden: seguir igual o peor sometiéndose a dictámenes de relevancia o conveniencia política y no precisamente sanitaria que beneficie a nuestros pacientes .
Tenemos que ser capaces de tener los ánimos caldeados, seguir ejerciendo presión y obligarles a realizar esas reformas que las tienen guardadas en un cajón desde hace años y no quieren hacer o no se atreven. ¿Por qué? Pues porque hay que mantener demasiados compromisos que generan réditos electorales que proporcionan despachos, salarios, prebendas y demás artículos electorales. Y para eso hace falta ganárselo con el sudor de sus frentes, si de las frentes de los de enfrente, nosotros.
No podemos seguirles el juego. Solo pedimos ejercer la medicina para beneficio de nuestros pacientes, no de sus despachos y cargos, muchos de ellos vacíos de contenido -no todos, también hay que decirlo-.
Si a un Consejero, que sabe que tiene un problema tremendo con la sanidad de primer nivel, la totalidad de instituciones y facultativos de A.P. le tienen que pedir por escrito una “cita” y tarda 23 días arreándole candela, le manda “…,..”, sí eso, no bemoles; para al final de la reunión llegar a lo de siempre: Vamos a… . 19 años y toda una pandemia para gestionar el “vamos a…”. Y lo muy poco que han hecho, les hemos tenido que empujar; aunque luego los empujaron, desde sus propias filas en dirección contraria y seguimos igual.
Rememorando a un antiguo gestor por todos conocidos que implantó su tácito mandato con la frase: “gestión es presión”, pues ya sabemos, vamos a presionarles para gestionarles cambios que son incapaces o cobardes para echar a rodar. Y como se les presiona, pues haciendo lo que ellos no pueden controlar.
Somos médicos y queremos trabajar como tales. No nos engañemos, la reunión del viernes es una cortina de humo rancio para intoxicar a la prensa y ganar tiempo para enfriar los ánimos y que nos vayamos descolgando, poco a a poco, para volver a la situación basal de inicio: Lento deterioro, resiliencia e impotencia aprendida.
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