Presencialidad, teatralidad y otra realidad

El anuncio del Gobierno del Principado de las nuevas medidas para la nueva normalidad, y que incluye la recuperación de la presencialidad en las consultas de Atención Primaria, es una muestra de la teatralidad de las Administraciones, que, como siempre, viven ajenas a la realidad.

En primer lugar, la presencialidad nunca abandonó las consultas de Atención Primaria. Durante este último año se ha seguido atendiendo a los pacientes en los centros asistenciales, y lo que sí se ha modificado es el sistema de acceso a los mismos. En Atención Primaria, a lo largo de las últimas décadas, se vendió la accesibilidad ilimitada; es decir, ir al Centro de Salud, plantarse delante del médico de familia, y esperar a ser atendido independientemente del motivo de consulta. Nunca existió filtro ninguno para regular la demanda asistencial, y todo recaía en el Médico de Atención Primaria. La calidad cedió ante la cantidad, y la sobrecarga asistencial fue creciendo de manera progresiva. Junto con el aumento de la sobrecarga asistencial, en los últimos años llegó la disminución de efectivos, y la crisis se sirvió en bandeja a pesar de las advertencias hechas al Servicio de Salud desde este sindicato, hace ya 15 años. Medidas adoptadas, ninguna. Tuvo que llegar una pandemia para poner mecanismos de contención a la accesibilidad. Las salas de espera saturadas durante las epidemias de gripe de los últimos años, dieron paso a unas salas de espera con pacientes que habían pasado un filtro previo para determinar la necesidad de ser vistos de manera presencial, y no ser atendidos telefónicamente. La consulta telefónica es una herramienta más a disposición del médico, y tiene su utilidad, pero no puede sustituir a la consulta presencial para una adecuada exploración.

Partiendo de estas premisas, por supuesto que es necesaria la -nunca abandonada- presencialidad, pero debe ir de la mano de mecanismos que regulen la accesibilidad a las consultas, evitando aquellas innecesarias, y derivando hacia los profesionales adecuados aquellas que puedan ser resueltas por otras categorías de los Centros de Salud. El intento frustrado por parte de la Gerencia del SESPA de establecer mecanismos de triaje en Atención Primaria, debe ser retomado nuevamente, si se quiere dar paso a un modelo asistencial que garantice la calidad y la calidez asistencial en las consultas de Medicina Familiar y Comunitaria. En caso contrario, volveremos a la situación previa a la pandemia, y no habremos aprendido nada de este último año. Las agendas del Médico de Familia deben ser contenidas; no puede existir la cita forzada indiscriminada, y la labor de triaje en este aspecto, desde las unidades administrativas, es fundamental. Todos los profesionales del Centro de Salud deben participar en la contención de la demanda y en los repartos de tareas asistenciales.

Es el momento de que las agendas de los Médicos de Atención Primaria cumplan unos mínimos estándares de calidad. Los diez minutos -como mínimo- por paciente deben ser respetados, y la Administración debe garantizar el cumplimiento de aquellas medidas encaminadas a mejorar la deteriorada asistencia sanitaria que tenemos actualmente.

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