Corren tiempos difíciles y de decrepitud para la sanidad pública orientada al servilismo político. No parece que nuestros poderes públicos tengan mayores miras o que alcancen a ver algo más que la duración de su actual o próximo despacho mientras observan, con absoluta ineptitud, como este servicio público cae cada vez más bajo.
No les interesa el diseño original, donde la salud y la enfermedad eran el alma del sistema. Posteriormente, pasó a convertirse en alardes hospitalocentristas hasta que, en otros países, se orientó hacia la AP y la salud (cosas de Alma-Ata).
Nuestros burócratas, como siempre, se sumaron a la firma para, como siempre, olvidarse de lo que habían firmado. Quedaba muy bien a nivel internacional adherirse al documento de tal evento, hacer alardes de la cultura del ladrillo con grandes construcciones pero la realidad cicatera ibérica rondaba por seguir haciendo lo mismo.
Así íbamos, de mal en peor en A.P. hasta que llegó la Covid19. Fue un trágico hecho que puso en bandeja redimir las penas de los errores premeditados del pasado con este nivel asistencial, pero el enfoque servilista a los distintos partidos -según quién gobierne- descubrió que la A.P. constituye un buen sistema de recabar o más bien no perder votos, independientemente de maldirigir el para qué está este sistema.
De nada sirvieron los intentos de los facultativos de retomar el funcionamiento, la idiosincrasia y el horizonte de la manipulada AP. De nada valieron las presiones de las manifestaciones más que para poner más líneas de teléfono como si ese fuese el problema. Solucionar la tremenda presión asistencial con líneas telefónicas para así culpar a la AP de las demoras y las premuras.
Por si fuera poco, algunas -si algunas no todas- hicieron de ello una batalla estamental inexplicable litisconsorte y bloquearon todo tipo de mejora evidente que suponía asumir funciones que no fueran de nivel o nómina. Pero por si había dudas se inventaron una agenda rápida, forzada, anticalidad, anticalidez, sobrecargada, irresolutiva, con aumento de incertidumbre, derivadora a segundo nivel y sin entrada a los procesos de revisión de crónicos, cuando no de entrada a nuevos pacientes con factores de riesgo no controlados y desconocidos. Si la demanda nos agobia, los procesos que requieren programación y control, se apartan -así van- mientras nos llenan las agendas de consultas de extremada baja complejidad y papeles que nunca debieran llegar a las mismas cuando no, simplemente de chorradas de los insolidarios abusadores crónicos que nadie les frena. Los VIP´s se dieron cuenta hace mucho tiempo que votan y hay que mimarlos, total ¡los recursos los costean los demás!
Con ello, dieron el puyazo a la ya herida de muerte A.P., a pesar de que eran conocedores de tal matanza, con rostro impávido y de desprecio demoledor, aplicaron su visión y misión: el partido, el despacho, no sabemos si en ese orden, y seguir en la pomada lo que puedan a pesar de la mala atención y demoras del sistema sanitario hacia los usuarios decentes para atender, con gracia fortuita, a los tradicionales abusadores del sistema que se lo pusieron en bandeja.
¿Y qué hacen ellos? mientras les voten o no pierdan el despacho les da lo mismo, no se plantean nada ya que disponen de su puerta giratoria en el sistema sanitario. A ellos, no les afecta la espera ni la mala calidad. Es la sanidad de “los otros” la que peligra y son los médicos de AP los que se chupan el marrón del descrédito propiciado desde la clase política y con la connivencia de muchos de los mandos intermedios que han encontrado en este nivel la víctima propiciatoria de sus desmanes y falta de liderazgo, aparte de librarse de pasar consulta, planta o hacer intervenciones quirúrgicas… que es lo realmente difícil.
Pocos se atreven a volver al tajo. Honrosas excepciones dignas del mayor agradecimiento, pues si que intentaron hacer algo y no les dejaron. No consintieron que curasen a la A.P. y, de forma directa o indirecta, los han ido invitando a marcharse para poner a los profesionales… del despacho y del descrédito que están asustados frente a la posibilidad de pasar a formar parte del trabajo precario eventual o volver temerosos a pasar consulta en un “bicho” que ellos mismos han fabricado. Se crearon para encajar los golpes y que no llegasen al Presidente ni al Consejero, para obedecer ciegamente y llevar a cabo políticas erróneas y rentables en términos no sanitarios y si electorales. Así, como en tablero de ajedrez o de damas, les mueven de casilla en casilla de múltiples formas y forman una defensa siciliana o un gambito de dama para librar del ataque a los máximos responsables de la partida o partido, según se mire ¡Se pierden peones, a veces, pero qué le vamos a hacer!
Se hicieron dos concentraciones de médicos de AP delante de la Sede Presidencial y aquí la partida se les complicó un poco. La máxima figura no se asomó por el tablero y, a regañadientes, su segundo, fue forzado a salir de la madriguera y convocar una reunión, de esas de hablar para no llegar a ninguna parte, en una jugada de distracción que se sigue jugando en el damero del SESPA mientras se sigue protegiendo al rey y a la dama.
La teoría del caos se solapa en la A.P. con la teoría de cuerdas. Términos físicos que ya solos se acomodan con las “ondas”gravitacionales: Gravitando cerca de alguno de la tan nombrada casta, en su onda, se tienden cuerdas para ascender a despachos y jefaturas mientras abajo reina, por pura entropía, el caos. Física subordinada para lo que J.M. García llamaba chupopteros y que alguien, intentando emular la grácil pluma de Pérez Reverte, llama indecentes.
Pero todo sigue igual. Llevamos casi dos años de Covid19 con la A.P. extenuada, quemada, deprimida… y las únicas medidas que se han plasmado por la Consejería y el SESPA hasta la fecha son promesas, recules y demoras. El punto de mira de la política de la sanidad (que no de la política sanitaria) es librar al Presidente y Consejero de su máxima responsabilidad y evitar el desgaste. Los de abajo que se fastidien y los intermedios a poner airbags, que el SRS de momento, les patina mucho.