Un buen tutor merece una buena compensación. Bienvenida la remuneración a los tutores docentes.

Ayer se aprobó en la Mesa General de la Comunidad Autónoma la propuesta de Decreto por el que se regula la Formación Sanitaria Especializada en el Principado de Asturias. Norma importante por cuánto recoge reglamentaciones dispersas y establece una ordenación, funcionamiento y gestión de los diferentes órganos y profesionales que intervienen en la difícil tarea de formar a los futuros especialistas.

No es una normativa laboral, no obstante, en la fase de alegaciones incidimos en un aspecto hasta ahora olvidado: que el reconocimiento del trabajo de los tutores nunca ha sido suficiente. Como tantas otras cosas en la profesión, se han excedido los límites de la “vocación”. Todo el sistema sanitario es, además de asistencial, docente, y con esa premisa valía todo y el que asumía la responsabilidad de tutor, lo hacía por una compensación absolutamente nimia por parte de la administración. Le quedaba el agradecimiento de los residentes y la sensación del deber hipocrático cumplido: transmitir la sabiduría médica acumulada a las siguientes generaciones.

¿Es suficiente con una recompensa moral? No, y así lo hemos defendido siempre. Este sindicato ha abierto la puerta a que ese precepto que juramos por Hipócrates sean REMUNERADO, y así consta en el texto aprobado. Ya es posible que, en la próxima tabla retributiva, su labor docente lleve asociada una cuantía (aún no se ha decidido el importe, eso es en otra mesa).

Eso sí, alerta a navegantes: mayor reconocimiento implica también mayor responsabilidad. Los residentes no son mano de obra barata. Quien no esté dispuesto a involucrarse e impartir una formación de calidad mejor que se aparte y deje paso a otros compañeros que lo harán encantados y, desde ahora, más justamente recompensados. Nuestra apuesta por los residentes asturianos es sólida, abogamos porque la calidad de la docencia sea supervisada, y en ese sentido el Decreto establece también figuras de auditoría a distintos niveles. Se acabó eso de ser responsable docente hospitalario y, cuando los residentes de cuarto o quinto año retornan a sus servicios de origen, quejarse amargamente por cada pasillo del hospital de «lo malos que me han salido». Esa expresión dice más de quien forma que de quién es formado. Es una responsabilidad compartida y no por ello menor, en sus manos están los médicos asturianos que labrarán nuestro presente y nuestro futuro.

Por si a alguien le extraña esta dicotomía entre exigir pago y responsabilidad, recordemos que hace no demasiado tiempo, en un PlaMeTA no muy lejano, cincuenta tutores de especialidades de Atención Primaria firmaron el «documento de la vergüenza» donde renunciaban a su labor docente como medida de presión a la firma de un acuerdo laboral de Atención Primaria. Aquel acuerdo modificó para siempre un régimen de castas en el que los nuevos adjuntos y los eventuales hacían “lo que el propietario no quería hacer”. Liberar a los esclavos tuvo un precio muy alto, pero el tiempo, ese médico más sabio que todos nosotros, demostró que el futuro de la profesión no se podía permitir un sistema de privilegios porque alejaba a generaciones enteras de profesionales. Utilizar a los residentes como moneda de cambio frente a discrepancias laborales o salariales no es precisamente un signo de grandeza moral.

En resumen: bienvenida la justa recompensa a quienes ejercen el noble arte de la docencia hipocrática, y bienvenida también la regulación y el control a quiénes ven en ellos mano de obra low-cost o materia de trueque por otros intereses.

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